Todos los 25 de febrero, los dioses tienen un concierto único: Norberto Napolitano con su guitarra angelical los lleva hacia otra realidad. Hace tres años que no lo podemos ver en vivo, pero sus melodías y su alma perduran vivas en los oídos y cabezas de todos.
Con más de tres décadas de trayectoria, siendo un pionero en lo que hoy podemos llamar Rock Nacional, con 54 años de edad y montado a uno de sus tantos amores llamados Harley Davidson, El Carpo dijo adios en un accidente de tránsito, en el kilometro 71 de la ruta 5, en Luján.
Un guitarrista extraordinario, que sentía cada nota como si fuera una gota de su sangre y tenía una debilidad por las Gibson. Amigo de muchos y enemigo de pocos, sobre todo de aquellos que a través de maquinas dicen hacer música. Pappo no es simplemente el gran violero argentino, sino que también es un fundador: en su espalda lleva los nombres de Los Gatos, Los Abuelos de la Nada, La Pesada del Rock and Roll, Manal, Pappo's Blues, Aero Blues y Riff.
¿Qué más se puede decir? Si hasta el mismísimo BB King lo invitó a tocar con él en el Madison Square Garden.
Norberto Pappo Napolitano sigue vivo en su música y discos; y nada mejor que citar la letra del homenaje de una banda que aprendió mucho de él y hoy toca ante miles de personas cada vez que sube a un escenario:
VIVA PAPPO, La Renga
Montado al Harley cruzó al más allá,
por esa ruta que apenas se divisa.
Y es su guitarra que no para de sonar,
vibra su alma que siempre estará viva.
Cerveza fresca para su sed,
por esa ciénaga de Macadam,
¿Quién eres tú, forastero?
¡Bienvenido al mundo nuevo!
Reciban los dioses a nuestro rey de la guitarra
y concedanle una autopista de fuego.
Que su espíritu no para de cantar
y a lo alto viajo por su sueño.
¿Quién espera el tren de las 16?
¿Quién se divierte andando en Cadillac?
Sucio y desprolijo, el brujo y el tiempo
en sus ruedas de metal.
Montado al Harley cruzó al más allá,
por esa ruta que apenas se divisa.
Y es su guitarra que no para de sonar,
vibra su alma que siempre estará viva.
Cerveza fresca para su sed,
por esa ciénaga de Macadam,
¿Quién eres tú, forastero?
¡Bienvenido al mundo nuevo!
Reciban los dioses a nuestro rey de la guitarra
y concedanle una autopista de fuego.
Que su espíritu no para de cantar
y a lo alto viajo por su sueño.
¿Quién espera el tren de las 16?
¿Quién se divierte andando en Cadillac?
Sucio y desprolijo, el brujo y el tiempo
en sus ruedas de metal.
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